lunes, 29 de septiembre de 2008

Domingo de crisis

Económica esta vez. Y es que el banco más grande de Bélgica (bueno, está también en Holanda y Luxemburgo) va a tener que ser rescatado por el gobierno para que no se vaya a la bancarrota, como últimamente parece ser la tendencia en los grandes bancos últimamente. Nosotros teníamos antes nuestro dinero ahí, de modo que, aunque ya no sea así y se suponga que al contribuyente no tiene por qué afectarle directamente, en fin, que vamos viéndole las orejas al lobo hasta en los países más ricos del planeta. Da que pensar, francamente.
Pero no en domingo. No ayer, desde luego, pues había mejores cosas que hacer. Como dar una vueltecilla por un mercado de segunda mano curioseando entre libros y antigüedades varias, haciendo tiempo y hambre antes de ir a comer a casa de Silvia. Como Dios manda, y en domingo: aperitivito de cervecita, olivitas y patatas fritas. Arroz al horno (viva la cocina valenciana, y lo mucho que aprendimso ayer de arroces, oyes) y macedonia de frutas. Con mucho vino tinto, café, copa y puro. Sobremesa de tres horas, un café detrás de otro y, pese a la resaca que tres de los seis sufríamos (Raúl, Mathias y yo) dimos la talla y rellenamos una tarde de comienzos de otoño a base de películas y música y comida y vídeos caseros. Me sentí un poco menos lejos de España, y muy afortunada por poder tener un día como el domingo para dedicarlo entero a lo que verdaderamente me gusta. 
De cosas que descubrí y aprendí ayer dejo un par de links abajo, y la reflexión que me vino a la mente: me encantaría dejar de trabajar por una temporada para dedicarme 100% a leer y a ver películas, más aún con el festival de cine que empieza en Gante el día 7 y hasta el día 18 (¡¡proyectan más de 130 películas, por Dios, es imposible elegir!). Más aún con este otoño que ya es de evrdad, con mucho más frío, días más grises y con menos luz. 
Al regresar a casa, bien entrada la tarde y agotados después de un fin de semana tan intenso con Raúl en la ciudad, decidimos que ya había que hacerlo oficial. El otoño ha empezado. Y la mejor amnera de celebrarlo: se enciende ya la calefacción, ropa calentita de estar en casa, cenita caliente y película bajo la manta, y a dormir como bebés (o como abuelos, por me dio igual lo disfruté como loca) mientras fuera hace cada vez más frío y los árboles tienen cada vez menos hojas...


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