lunes, 28 de abril de 2014

Como un niño con zapatos nuevos

Cada vez que he oído o dicho yo misma esta expresión imaginaba que estaría basada en la realidad y que, efectivamente, a los niños en general les hace felices tener zapatos nuevos. 
Lo que pasa es que no la asociaba con mi infancia, ni tampoco tengo recuerdos de mis hermanos volviéndose locos de felicidad por un par de zapatos nuevos cuando éramos niños. Recuerdo que una vez, siendo aún niña, pensé que la expresión vendría de lo contentos que se pondrían los niños africanos que recibían zapatos nuevos, felices de no tener que andar descalzos o con agujeros en el calzado.
Pero este fin de semana por fin he comprendido la profunda verdad que encierra este dicho: Tobias y Clara necesitaban zapatos nuevos, así que fuimos a comprárselos el sábado por la mañana. 
Y los dos, como locos desde entonces con sus zapatos nuevos. De verdad. Increíblemente felices, enseñándoselos orgullosos a todo el que hace un comentario sobre sus zapatos nuevos (mis amigas ayer por la tarde en el cumpleaños de una de ellas, una de las maestras de Clara esta mañana en el cole). No se los quitan nada más que para dormir, y el pobre Tobias hasta se echó a llorar cuando ayer le dije que no podía ponérselos para ir a montar en bici, que tenía que ponerse los "viejos" para que los nuevos-azules-decorrerrapidísimo no se le rompieran.
Por fin entiendo la felicidad que puede dar un par de zapatos nuevos.

lunes, 31 de marzo de 2014

Yoga en horario de verano

Qué distinto de hacerlo en invierno. Ayer, entre el cambio de hora, el tiempazo que nos ha tocado (sol, calorcillo, árboles en flor, pájaros piando por las mañanas, en definitiva, primavera de la güena) y el domingo en familia que había pasado, me sentía llena de energía, con mucha fuerza, para practicar mi sesión semanal de yoga.
Hasta hace un par de semanas recurría al yoga del domingo por la tarde como una fuente de energía de la que beber para llenarme justamente de eso, de energía, antes del comienzo de la semana. Antes y después de la clase el profesor ofrece siempre una taza bien caliente de té de hierbas, y entre eso, la calefacción a 25 grados y la musiquita india de fondo y el yoga en sí, sentía literalmente que recargaba pilas y podía enfrentarme al lunes por la mañana.
Ayer también estaba la calefacción a 25 grados de modo que, en vez de ser una especie de refugio del frío de fuera, fue una invitación a sudar y a fortalecer los músculos de cara al verano. La musiquita era como más movida, con un ritmo un poco más rápido. Y el té lo cambié por una servesita al llegar a casa ☺
Hoy he tenido la misma energía que otros lunes después de mi clase de yoga, pero también más agujetas y una potente sensación de que, ahora sí, ya es primavera. 

lunes, 24 de marzo de 2014

4

A lo minimalista, título escueto.
4 años los que cumpliste ayer, Tobias (y mira que no digo "muñeco" ni "peque", "que no soy muñeco ni peque, mamá, que soy Toooobias..."). Dios, 4 ya. Como cada año, te he escrito en tu diario por tu cumpleaños. Como cada año, nos traes la primavera. Esta vez, además, tu primera fiesta de cumpleaños. Tuya. Escogiste a los amigos de tu clase a los que querías invitar, escribimos jutnos las invitaciones, nos ayudaste a decorar el salón, a hinchar globos y poner serpentinas, compramos juntos las tartas, repartiste golosinas y galletitas en los platitos que, también juntos, habíamos comprado hace unos días para la ocasión. Todo a juego, como a mí me gusta, ya sabes. A ti también empieza a gustarte eso de que todo pegue y vaya a juego, je,je. me hincho cual gallina clueca con mi polluelo, tan ordenadito y estructurado como su madre.
Esta mañana me has pedido por favor que dejemos las serpentinas y los globos colgados "muchos, muchos, muchos días, así" (señalándolo con los diez dedos de las manos). 
Faltaría más, Tobias. Haré un esfuerzo por reprimir a la Ms. Proper que llevo dentro y gracias a ti resaborearemos y rememoraremos todos tu cumpleaños muchos, muchos días más. 

martes, 25 de febrero de 2014

Olores

Se me viene a la cabeza el archiconocido pasaje de la madalena en  "En busca del tiempo perdido" de Proust. Novela que nunca he leído, por cierto. Shame on me. 
El caso es que esta mañana, camino a la estación, he pensado que hacía ya demasiado tiempo que no escribía en el blog. Y mira que tengo ideas, muchas, todos los días. Tantas que a menudo pienso que me darían para una novela. Esa novela probablemente sería una mierda, pero me daría igual, como dice uno de los personajes de "House of cards" en el 2° capítulo de la 2° temporada. Sí, estamos enganchados a una nueva serie. 
Pero me estoy yendo por las ramas. Estaba hablando de los olores. De camino a la estación esta mañana me ha venido a la mente que mi barrio, Gante, Flandes en general, los asocio a un tipo de olor muy concreto. Es un olor propio, es flamenco, y con ello me refiero a algo positivo. Casi simultáneamente (es fascinante cómo funciona la mente, poder pensar y sentir varias cosas a la vez, al ponerlas en orden mediante el lenguaje tenemos que priorizar, pero en sí son fenómenos simultáneos, al menos en mi caso) me han venido a la memoria (¿a la pituitaria? ¿a la mente?) los olores de muchos sitios en los que he estado. El de Tánger, especiado, intenso, desbordante. El de las islas Eólicas, mezcla de azufre, mar y pizza. El de Islandia= sin olor. O mejor dicho, olor a viento del norte. El de Munich, extensible para mí a toda Alemania: olor a casero, a "gemütlich" como dicen ellos, a pastel y café a media tarde, un poco a canela, a madera. El olor de Córdoba, a azahar y paseos y alguna tapita. El de Viena, el de Francia, el de Asturias, el de París (que no es igual al olor de Francia, ojo), el de Dinamarca, el de Londres, el de mi casa, el de la casa de mis padres, el de la casa de mi suegra. Y así con todos los lugares en los que he estado alguna vez.
Ahora que me paro y lo escribo, cuando siento por dentro la necesidad imperiosa de viajar creo que se debe a la necesidad imperiosa de descubrir olores nuevos, de asociarlos a ese lugar y retenerlos para siempre. 

Nota: Sé que lo del  olor del viento del norte suena cursi, pero es así como me olía Islandia, y ya está.

miércoles, 29 de enero de 2014

Tarde de lectura

Cuando aún vivía en casa de mis padres a menudo me buscaba planes de todo tipo para estar lo más posible fuera de casa. En mi búsqueda de mi identidad, pensaba que pasar tiempo en casa, "sin hacer nada", era una pérdida de tiempo, además de que restringía mi libertad. 
Pero no voy a hacer psicología barata del adolescente, tranquis. Es que esta tarde se cumple uno de mis sueños de entonces: pasar una tarde fría, de invierno, sentada en un sillón, con un café o un té a mano y una pila de libros a mi lado, con varias horas por delante para sumergirme en ellos.
Cierto es que en casa de mis padres, si algo había, era libros. Si algo promovía mi padre, era que leyésemos. Y tengo que admitir que, ya más mayorcita, en la universidad, disfruté de muchas, muchas horas en mi habitación sumergida en mis libros. No en vano hice filología.
El caso es que esta tarde esa sensación es aún más confortante, porque estoy en mi propia casa, en mi sillón, sin tener que dar explicaciones a nadie (qué rabia da eso cuando una es adolescente, ¿recordáis?), sin interrupciones. Tobias está también tumbado en el sofá, recuperándose de unas anginas; Clara duerme la siesta; Mathias está en un curso.
Así que, como un regalo, en mitad de la semana, el bálsamo de una tarde entera de lectura. A mi lado, "On the road", el libro que acaba de publicar mi amiga Ana (" Letras liberadas. Cautiverio, escritura y subjetividad en el Mediterráneo de la época imperial española") y un par de revistas de esas que vienen con el periódico el fin de semana para alternar de vez en cuando, que últimamente se me da muy bien lo de la procastinación.
Lo sé, es un lujo, una tarde así. Un bálsamo.

jueves, 23 de enero de 2014

Rockalingua

Esta semana he dado con una web super chula para enseñar español a niños. No, no, no me cambio de público, lo mío siguen siendo los universitarios y los adultos. Pero es estupenda para enseñar español a mis polluelos y, ya de paso, a los polluelos de mis amigas (bueno, de eso que se encarguen ellas, je,je).
En fin, dejo aquí el enlace, porque creo que un poco de difusión para proyectos así siempre viene bien. Y si alguien quiere utilizarla, pues ese "favor" que les hago a los creadores, je,je.
http://www.rockalingua.com/

lunes, 20 de enero de 2014

Surrealista

Como me temo que soy un poco yaya y no voy haciéndole fotos a todo con mi super smartphone de la muerte, quizá alguno no me crea, pero me da igual: esta mañana, cuando me he bajado del tren al llegar a Lovaina, había un futbolín en la puerta de entrada/salida del vagón. Sí, sí, un futbolín tamaño real, no hay truco en lo que digo.
Como dicen que hoy es un "blue monday" de esos y el periódico estaba lleno de malas noticias y no para de llover, esa imagen surrealista, uan futbolín en un tren, me ha hecho reír. Tal cual, a carcajadas, yo solita. Menos mal que la gente aquí va muy a lo suyo, con los cascos puestos y tal, que si no seguro que alguno me habría tomado por loca. 
La próxima vez que me pase (?) haré una foto y la cuelgo. Aunque esto ya lo he dicho antes y sigo sin adaptarme a los tiempos que corren. Yaya.