jueves, 26 de noviembre de 2009

Para relajarnos y, por qué no, sonreír un poco

Después de mi última entrada, un poco demasiado triste, demasiado gris, tenía ganas de sonreír un poco, de disfrutar con pequeñas cosas que hagan los días algo más agradables.
Ayer asistí a una joranda de formación de profesores de español y, entre otras webs interesantes (pero demasiado para "profes", así que no os daré el coñazo con ellas) nos recomendaron esta que os adjunto abajo como un sitio del que sacar recursos audiovisuales para las clases. El caso es que se trata de, como veis en el enlace, una web que recoge anuncios publicitarios. Lo sé, la publicidad es una lacra y nos manipulan vilmente a través de ella constantemente. Sin embargo, sacados de contexto y puestos así, como vídeos, uno detrás de otro, son entretenidos y, algunos, sumamente orginales, de verdad.

http://www.losmejoresanunciosdetelevision.com

Ya me diréis si hay alguno que merezca muuuuucho la pena, porque no tengo tiempo para verlos todos, claro.
A mí, de momento, me ha parecido muy chulo el de Discovery Channel.

martes, 24 de noviembre de 2009

Días largos

Ahora que son más cortos en cuanto al número de horas, a mí se me están haciendo más largos.
Como hoy, que son sólo las 10.45 de la mañana y me parece que va a ser eterno, demasiadas horas por rellenar.
Y no por falta de trabajo, ni de cosas que hacer, menos aún ahora con las obras que hemos de hacer en la casa o el embarazo. No, si tenemos listas de cosas pendientes, además de nuestros respectivos trabajos, que no es moco de pavo.
Será el tiempo, la lluvia, los días grises y muy ventosos, este horario mío de empezar a trabajar cuando todo el mundo regresa a casa, la soledad de preparar mis clases en casa, intentado animarme yo sola como buenamente puedo.
Hago todo lo que está en mi mano, desde subir mucho el volumen de la música, adelantar trabajo, cocinar, limpiar, curiosear un poco por internet. En un rato me voy a nadar, y luego trabajaré un poco más antes de que empiecen las noticias y me prepare justo después para coger el tren e irme al trabajo.
Aún así, tanto ruido y tanta actividad fuera, y como este vacío por dentro.
Algunos lo llaman rutina, pero yo intento romperla siempre, quedo con amigos, hago deporte, asisto a cursos de formación de profesores...Es algo más grande que esto, no puede ser sólo la rutina.
Vuelvo a tener ganas de viajar, de conocer otra gente, otras ciudades, otras culturas, de ver museos y paisajes, de no tener horario.
Quizá me busque un trabajo nuevo, aunque no es el mejor momento, la verdad, con esto del embarazo...Me da envidia la gente que se pasa todo el día en aeropuertos y de un lado para otro, no sé, hoy quiero estar en su lugar.
Nadie ha tenido esta sensación nunca? Seguro que sí, me resigno a creer que soy la única que, constantemente, le da vueltas a lo de intentar romper con todo una temporada y viajar. Con mi hijo, por supuesto, me lo llevaría a cualquier parte, y sería un niño con suerte (creo yo) por poder ver tanto mundo desde tan pequeño.
Sólo una temporada, unos meses, no pido tanto.

En fin, son reflexiones en voz alta, en letra pequeña. Se me pasa, como casi todo a todo el mundo, estas tristezas o síndromes de otoño, de jaula, se nos pasan.

Y mi hijo sigue creciendo, se mueve, da vueltas, así que encaro las cosas de otra forma, me da una nueva perspectiva. También yo estoy creciendo...

lunes, 16 de noviembre de 2009

Sobre la comida en las novelas

Es una idea que lleva ya tiempo rondándome la cabeza y, por muchas vueltas que le doy, no consigo encontrarle respuesta. Así que esta es una llamada a la población para dar con una teoría convincente que resuelva el misterio: por qué a casi todos los novelistas les gsta incluir descripciones de la comida que degustan, engullen, devoran, saborean o simplemente comen sus personajes?
Sin distinción de lengua ( he observado este "fenómeno" en novelas en español e inglés, pero también en traducciones de otras lenguas) ni subgénero. Quiero decir, que lo mismo aparecen en best-sellers como en novelas más eruditas o selectivas, con alacance a menos público. Y desde "El Quijote" (hay hasta estudios sobre la comida en la novela de Cervantes, lo juro) hasta nuestros días.
Venga a cuento o no, porque a veces describir el restaurante en el que se sitúan algunos personajes, el ambiente del mismo y la comida que degustan sirven para delimitarlos mejor. Es decir, para mostrarnos si pertenecen a tal o cula clase social, como símbolo de estatus o como mera descripción de lo que en un momento puntual ocurre pero que va a tener trascendencia de una forma u otra en el desarrollo de la trama.
Pero hay muchas, muchas veces, en las que estas descripciones de "comida", como yo digo, no tienen función ninguna, de verdad.
Así pues, tengo varias posibilidades para intentar explicar esto:
1. En el momento de describir una comida el autor se muere de hambre y no hace más que reflejar su estado en ese momento.
2. Los platos que aparecen son sus platos favoritos o bien aquellos que nunca ha podido comer y sueña por escrito con ellos.
3. Quiere joder a algún potencial lector que, justo en el momento de leer esa escena, tiene un hambre de caballo y no hace más que salivar con la idea de la comida (me ha sucedido a mí, así que el potencial lector existe; ésta es la teoría que más me convence, por cierto)
4. Por rellenar hojas y meter más palabras, que algunas editoriales pagan al peso.
5. Por falta de mejores recursos literarios, aunque maestros como Cervantes, Kundera, García Márquez, Vargas LLosa, Marías, Doris Lessing, F. Scott Fitzgerald, etc... dudo mucho que tengan que echar mano de un recurso tan "evidente".

En fin, preguntas que me rondan en la cabeza, juegos mentales de una gafotillas ;-)

jueves, 12 de noviembre de 2009

Una leyenda urbana que se confirma...

En cuanto a las embarazadas, que es de lo que algo sé últimamente, je,je: eso de, de repente, querer comer algo y tiene que ser ESO y nada más. vale, sí, un antojo, pero no como en las películas, que la mujer le hace al marido irse a las 3 de la mañana a por fresas. No, más realista: es que, si es la hora de comer o cenar, te apetece una determinada comida y tiene que ser esa. Pues bien, ayer, para cenar, me apetecía MUUUUUUUUUUCHo pizza, y tenía que ser salada, así, de sabor potente. Pues pizza fue para cenar (creo que con un hombre no hay que hacer mucho esfuerzo para convencerle de comer pizza, así que Mathias encantado) y la mía, con anchoas y alcaparras.
Y mucha agua para beber ;-)
Joé, qué a gusto me quedé....
Y, sin haberlo querido, otro pareado me ha salido.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Cuestión de reacostumbrarse

Al frío, al cielo gris, a que todo ocurre de media dos horas antes que en Madrid (entrar a currar, comer, merendar, cenar, ir a dormir...), a que ya no estoy de vacaciones y tengo que pasar otra vez gran partde del día delante del ordenador y los libros, sola, a otro tipo de planes, a hablar "raro" de nuevo, a no tener a la Espe y Gallardín hasta en la sopa, a coger la bici para ir a trabajar, a ser más productiva, más "seria" y "la profesora española".
Cuestión de reacostumbrarse a que las vacaciones no pueden ser eternas, aunque ya me gustaría, ya...