miércoles, 22 de diciembre de 2010

El previo

Cuando estaba aún en el colegio, o incluso en la universidad, los días previos a Navidad eran de lo más relajado, con clases de relleno, quedadas con amigos para comer y cenar, fiestas (en la uni), días más cortos llenos de emoción y nervios por la llegada de las vacaciones, el clásico e ineludible viaje a Córdoba, las discusiones sobre qué hacer y dónde en Nochevieja.
Qué distintos de ahora. Tengo más nieve, días más invernales, pero infinitas tareas y exámenes por corregir antes de que lleguen las vacaciones. Los días son aún más largos de lo normal y lo que justamente no queda es tiempo para precelebrar las fiestas. Hay que cerrar el año 2010.
Tendré que conformarme con las celebraciones sin previo, ver la locura de la gente con la lotería rápidamente en internet y esperar hasta que lleguemos a Madrid para darle candela al turrón y al mazapán.
Menos mal que ser mayor tiene otras ventajas porque, en lo que a estos días se refiere, los prefería cuando era más joven...

viernes, 17 de diciembre de 2010

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Un explorador en mi cocina

Y en el salón, y debajo de la cama, y entre las sillas, y alrededor de las plantas. Desde que Tobias gatea ( y lo hace a velocidades impensables para mí) el piso se ha convertido en un gran y jugoso territorio para explorar.
Por supuesto, lo que más mola son los enchufes, alargadores de electricidad, el cable del ordendor, el detergente de la lavadora ( que está en el suelo), las pelusas de polvo que se acumulan debajo de la cama, bien lejos, donde nunca llega la aspiradora, las hojas de las plantas, la tierra de las macetas, la calefacción. Bueno, de vez en cuando, algún juguete. Pero menos.
Y ya entiende perfectamente las palabras "Tobias, Tobias, no toques eso, que quema-es peligroso-te vas a hacer daño-está sucio" y, por unos instantes, se para, da media vuelta y sigue explorando por otro sitio. Hasta que te descuidas y, zas, ahí está, otra vez a por el enchufe. No, si la culpa es tuya, madre, por despistarte y mirar para otro lado...
Claro, así, este año, árbol de Navidad, pues poco.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Lluvia de ideas

Lluvia de trabajo.
Lluvia de estrellas.
Wikileaks.
Luces de Navidad en la calle.
Flores de Pascua, rojas, rojas.
Ganas de aprender de una vez por todas a hacer un buen bizcocho.
La nieve que bloquea media Europa.
Artículo sobre los mejores sitios para comer hamburguesas en Madrid: estas vacaciones los exploramos, fijo.
Tobias ya gatea y echa carreras consigo mismo. Crece y cambia cada día.
Poesía, ¿dónde estás?
Me encantaría ver alguna exposición.
Australia vuelve a presentarse en nuestras vidas.
Clases de 4 horas esta semana. Agotadoras, pero disfruto tanto enseñando...
Desayuno con amigas.
Discurso emocionante de Vargas Llosa.
China no deja asistir a la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz a Liu Xiaobo. Me indigna que otros países lo boicoteen por temor al boicot de China.
Magnolia para este fin de semana, quizá.
Nombres para niño, nombres para niña.
Volvemos a retomar las reformas en nuestra casita. Ilusión, ventanas de color burdeos, suelo nuevo, baño.
Antojos: comida picante, comida salada.
Echo de menos la piscina.

Y la semana aún no ha terminado...




jueves, 2 de diciembre de 2010

Tortilla de patatas y fanta de limón

El martes por la ncohe estaba dando clase y, a pesar de haber cenado tan sólo un ratillo antes, de repente me apetecía muchísimo tortilla de patatas (de la de mi madre, que no lleva cebolla; y es raro, porque a mí me gusta más con cebolla) y fanta de limón. Como lo cuento. Antojo puro y duro. No podía sacarme la imagen de la cabeza y el sabor del paladar y hasta tuve que esforzarme por seguir concentrada en la clase y no dejarme llevar por ese arrebato.
Por suerte para Mathias, cuando llegué a casa no me puse a hacer tortilla, ni le pedí que fuera a comprarme una fanta de limón, se me había pasado el antojo.
Al día siguiente seguía con esa idea en la cabeza, así que me puse a leer sobre los antojos durante el embarazo; porque lo de la tortilla lo entendía ( me flipa la tortilla, y no la como desde que fui a casa de mis padres hace tres semanas) pero...¿fanta de limón? ¿Por qué, si yo nunca he tomado fanta? Quiero decir, sí, claro que la he probado, pero no es que me guste especialmente, no soy muy aficionada a los refrescos ni nada por el estilo.
En fin, los antojos raros a veces son puros caprichos pero, muchas veces, resultan que son como señales del cuerpo que pide nutrientes que le faltan. Vale, la fanta no tiene nutrientes de ningún tipo, pero sí por lo visto sodio y bicarbonato. Y la tortilla, con su sal y todo, pues también tiene sodio, claro. Así que mi antojo tenía (tiene) una explicación más o menos científica: me falta sodio, por eso también me ha dado por las anchoas y las alcaparras y los cacahuetes salados. Mmmmmmmm, pizza con anchoas y alcaparras, quién la pillara...
Qué locura lo que puede llegar a hacer el cuerpo humano para dar vida a otro ser humano. Y qué sabia madre naturaleza, que inventó la fanta de limón y la tortilla de patata de mi madre.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Ola de frío

Desde mi Erasmus en Munich no había vuelto a vivir un frío como éste, por debajo de los -5 grados. Y bajando. La diferencia es que el frío de aquí es húmedo, y se mete por debajo de la ropa, y hasta en la cama, y se cuela por las rendijillas de las ventanas y por muchos tés calientes y sopas hirviendo o capas de lana que una se eche encima, no hay forma de quitárselo. Todo el mundo habla de ello, y es que parece inevitable no hacerlo.
Lo peor son los minutos de espera (eterna) del tren o del autobús, pues no me atrevo a ir en bici, que hasta el asfalto está congelado. Y, lo que en otras circunstancias podría ser un mero resbalón y un moratón en el culo, embarazada es un riesgo que no pienso correr.
Dicen que es una ola de frío y que no tiene por qué ser así todo el invierno; pero yo no dejo de pensar en los sin techo que estos días las están pasando putas para encontrar un cobijo caliente, o en cómo coño lo hacen en Rusia (vale, sí, a base de vodka barato que les mata antes de llegar a los 40) o en una chica de un blog que sigo (http://milasdaydreams.blogspot.com) que, cansada del frío finlandés, ha decidido hacer las maletas y pasar con su hija y su marido el resto del invierno en la soleada California. Qué envidia. Por la chica finlandesa, no por los rusos ni los desgraciados sin techo de este país despiadado que es incapaz de ofrecerles siquiera una solución de emergencia.
A lo tonto, este frío y la nieve acercan aún más las Navidades, y mis ganas de que lleguen son incluso mayores que otros años. Con todo lo que hemos vivido últimamente, el otoño parece no haber existido casi para nosotros, y de pronto miro a Tobias y veo a un esquimal rubito enfundado en abrigo-bufanda-gorro-manoplas-mantita-jersey-camisa-camiseta interior cuando hace sólo unos meses veía a un bebé en pañales en la playa. El tiempo, que pasa demasiado deprisa.
Sin poder hacer nada por evitarlo, las semanas se han ido pasando entre emociones de todo tipo, buenas, malas, peores noticias, montañas (toneladas) de trabajo, preocupaciones, tristezas. Y el milagro de la vida empujando, una vez más.
A ver si con las Navidades regreso a la búsqueda de la inspiración, la creatividad, a las risas con los amigos, con mi familia, a tardes de lectura y escritura. Mientras, al menos, Tobias está ahí para seguir jugando con él.