martes, 28 de febrero de 2012

Atrapados en el gris

Ayer sentía una pena casi infinita, en la boca del estómago. Un sentimiento físico, un agujero que me acompañó todo el día, en cada momento. Desde que estaba vistiendo a Clara y dándole su primer biberón, esperando al tren, leyendo el periódico de camino al trabajo, delante de la pantalla del ordenador, mientras comía con una compañera, de vuelta a casa en otro tren, cuando fui a recoger a Clara a la guardería, dándole su baño por la noche en casa, mientras hablaba por teléfono con mis padres y mis hermanos, mientras hablaba por Skype con Mathias y Tobias, que están en Florencia, mientras me preparaba la cena y, finalmente, tumbada en el sofá, viendo una película.
Todo el día pensé que era porque echo de menos a mis chicos, por la soledad del domingo por la tarde sin ellos, que aún me pesaba, por el síndrome del lunes por la mañana,por el eco de sus voces a través del móvil y del ordenador, por el peso de dormir sola en una cama tan grande, fría, por querer luchar contra todos esos sentimientos por Clarita, que se merece a la mejor Lydia cuando está conmigo.
Pero no. Hoy me he levantado con la misma pena casi infinita, en la boca del estómago. Un sentimiento físico que me está acompañando también hoy todo el día, hasta ahora.
La diferencia con ayer, es que ya sé de qué se trata: el cielo. Plomizo, bajo, tristérrimo, me está afectando como hacía años que no lo hacía. Y yo que creía que ya me había acostumbrado, me doy de bruces con la realidad de que no.
Sueño despierta con el sol del que me habla Mathias, con un paseo agradable camino a la guardería o a mis clases, y no este correr con las manos metidas en los bolsillos y el cuello del abrigo subido hasta arriba, aterida de frío. Sueño con un café en una terracita, con un rato en el parque con mis hijos, con el brillo y el color tan diferente que tienen las casas, la gente, los tejados, los parques, los árboles, las horas, los minutos, la ropa, cuando hay sol.

No es pedir tanto.

Este gris lo envuelve todo, y nos atrapa, y cualquier pequeño acontecimiento, una noticia leída en el periódico, una canción oída en la radio, una llamada de Mathias desde Italia, la voz de Tobias a través del ordena, los aprecio a través del prisma de ese color. Maldito.
Sé que de sol no se vive, pero hoy daría cualquier cosa por estar en cualquier otro sitio donde lo hubiera.

viernes, 24 de febrero de 2012

Palabras para Elvira

Más vale tarde que nunca, Elvira, cielo. Y hoy, tras una semana de nubarrones de virus, bacterias y demás, por fin un sol que parece que quiere anunciar la primavera.
Y tu 'tiny poem'.

jueves, 23 de febrero de 2012

Ahogaíta

El domingo llegó la gripe a Engelstraat 77 y vino como el caballo de Atila, que por donde está pasando no va a volver a crecer la hierba. primero Tobias, luego yo, Clara, Tobias otra vez, Clara hoy. Dos visitas al médico, otra más mañana por la mañana, una caja de aspirinas, dos botes de jarabe, gotas para la nariz, antibióticos, kilos y kilos ( y no exagero) de pañuelos de papel. Esto es agotador, así que perdonad si no he respondido a vuestros comentarios o no he escrito nada interesante, pero hoy es el primer día de esta semana que puedo mirarme al espejo, y no exagero.
Por supuesto, a un lado el trabajo, los planes pendientes, un concierto al que quería ir mañana, encontrarle gusto a los alimentos, dormir una sola noche sin pensar si alguno de los dos peques subirá de 39, poder respirar por la nariz.
A ver si la primavera nos trae aires más saludables.

miércoles, 8 de febrero de 2012

En vivo y en directo

Sin twitter, os escribo mientras hago. Siguiendo la moda del microblogging, en versión original, es decir, en un blog-blog.
Ola de frío, por décimo día consecutivo. Para no quedarme dormida delante del ordena he buscado música que me haga sentir muchas cosas. Ben Harper, back to the roots. Puedo escucharlo online.http://www.benharper.com/sites/all/themes/bh/player.php?song_nid=72153&album_nid=72144 Cascos puestos, para no perder la concentración, no molestar a mi compañera de despacho ni oír a los obreros que están trabajando fuera. Piel de gallina. Vuelvo a hace unos años,cuando aún vivía en Madrid, al baile en nuestra noche de bodas (Amen, Omen), a noches de primavera, a un concierto en Bruselas en 2007. Los que me conocen saben que estoy un poco (muy) enamorada de Ben Harper.Ay.
¿Qué tengo ahora mismo entre manos? No puedo airearlo mucho, no vaya a ser que al final no se publique. Shssss, secreto.
Pausa para leer el periódico y echarme las manos a la cabeza, una vez más, con lo que le está pasando a mi pobre España. Hoy me toca de cerca, han cambiado el temario a los opositores, y entre ellos está mi hermano.http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/08/actualidad/1328699513_883318.html
Curiosamente, el chico que ha escrito este artículo iba a mi colegio, y su hermano estaba en mi clase. El mundo es un pañuelo y todos estamos interconectados de un modo u otro, incluso sin el caralibro. Je,je. Hablando de lo cual, he comido con algunos compañeros hoy, entre ellos un doctorando mexicano que tampoco tiene y que me ha asegurado que conoce a bastante gente que, conscientemente, ha elegido no tener. Esto me llega en un momento de debilidad en el que me estaba planteando abrirme un perfil, por aquello de no quedarme en la prehistoria tecnológica con menos de 30 años, pero vuelven a entrarme las dudas. Tema para otra entrada, otro día.

Semana de vacaciones para los estudiantes, previa al comienzo del segundo cuatrimestre, post-exámenes, en la facultad sólo estamos los curritos y los profes que de verdad son unos apasionados por su trabajo. Qué sensación más rara, qué vacío todo, pero qué ambiente más de trabajo, al mismo tiempo.
Y ya, a trabajar, que esto es la pescadilla que se muerde la cola, escribir mientras hago, hay que parar en algún momento. Vuelvo a mi publicación secreta ;-) Con ojeras hasta los pies, Clara nos ha dado una noche terrible, hemos dormido, máximo, cuatro horas seguidas, lo nunca visto con ella. Creo que de ahí viene esta diarrea verbal.
Hala.