lunes, 25 de agosto de 2008

Siempre nos quedará París...

Una de las ventajas de vivir en el corazón de Europa es que en tres horas en coche estás en París, ciudad mágica donde las haya. ¡Quiero vivir allí! Es maravilloso el ambiente que se respira, el color de los edificios, la luz, el espíritu bohemio y refinado a la vez que rezuman los cafés, esos chiquititos de toldo rojo y mesitas muy pequeñas y muy juntas unas a otras que proliferan por toda la ciudad.¡Hay tanto que ver!Lástima que, en esta ocasión, hayan sido sólo dos días, podría pasar allí una semana entera y no me cansaría de pasear, de ver museos, de tomar cafés, de hacer fotos, de chapurrear mi francés precario ni de observar a la gente de todo tipo.Sólo por el mero hecho de vivir ahí, esa gente privilegiada merece dedicarse "sólo" a leer, contemplar cuadros, beber vino en las terrazas y pasear en barco por el Sena.




Rayuela estaba todo el tiempo en mi cabeza, y la próxima vez que vaya pienso recorrer el barrio Latino y las calles que se mencionan en el libro, y pienso subir a la torre Eiffel (una de las cosas que estos dos días no hemos podido hacer), montarme en uno de esos barcos, comprar un libro en alguno de los puestecillos cercanos a Notre Dame y llegar hasta el Sacre Coeur pasando por Montmartre y sus callejuelas de artistas y escritores.




Hay gente que dice que le encanta París pero sin los parisinos o, a una escala mayor, Francia sin los franceses. No estoy de acuerdo en absoluto y, con parisinos incluidos, estoy enamorada de esa ciudad.




"Amelie Poulin", "Casablanca", "Before sunset". Y las fotos de estos días. A tan sólo tres horas de coche, siempre me quedará París...

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