lunes, 18 de agosto de 2008

Pukkelpop

Al final no nos llovió. Al contrario, desde que llegamos hasta que nos fuimos un tiempo espléndido, solazo y calor (belga), ideal para todos los jerseys, abrigos, chubasqueros, calcetines de requetesobra, pantalones de más que llevábamos. Por suerte para nosotros, porque no me apetecía nada un festival pasado por agua.
Y ha merecido la pena, vaya que sí, 19 conciertos que he visto en tres días (no son muchos si tenemos en cuenta que había más de 150 grupos y dj´s, una auténtica locura musical de todo género), entre ellos algunos de grupos muy legendarios como Metallica y otros con lsoq eu soñaba desde hacía meses: Sigur Rós, Manic Street Preachers, Editors, Arsenal o Dropkick Murphys, por ejemplo.
En algún momento quizá demasiada gente, pero muy puntual, y sólo la visión de la mierda (perdón, pero es la verdad) que la gente es capaz de acumular (y sobre la que restregarse, literalmente en muuuuuuuuuchos casos) ha podido empañar en algún momento la euforia que sólo la música en vivo puede darme.
Camping, por supuesto, y quizá me estoy haciendo un poco mayor, pero iba a lo que iba: a salir de la rutina por unos días, sentir emociones intensas que me recuerden que sigo viva, emocionarme hasta llorar o saltar de euforia con una canción que me gusta. Y compartir todo eso con amigos y con Mathias, no tiene precio. O quizá sí, el de un ticket de un festival de música.
También ha habido tiempo para mucha cerveza, como no podría haber sido de otra forma en Bélgica. Y para discuciones -en plan civilizado-, para hacer el idiota sin miedo al ridículo y para algunas reflexiones. Una, por ejemplo: no me gusta la sensación de borreguismo al ver cómo alguien con un micrófono y encima de un escenario puede hacer con la gente lo que le dé la gana, desde el simple "put your hands in the air" o "eveybody jumpin´now" hasta brutalidades de todo tipo. Es una forma tan autoritaria de poder y de control sobre la gente como cualquier otra, pero la gente encantada con ello, mitad presionados por el espíritu de grupo (algo que cada vez me repele más y contra lo que intento pelearme cada día), mitad atontados por un ídolo de micrófono y tan humano como tú y como yo. Creo que se me entiende.
Pero basta de quejas. Ha sido increíble, me quedo con lo bueno y dejo para otro día más comentarios y reflexiones que he tenido estos días. En mi nube de emociones me pongo con el francés, que mañana tengo examen y escribir tanto sobre mi primer festival de música está siendo sólo una excusa para retrasar el estudio ;-(
PD: Para los no residentes en Bélgica, os cuento: ir a festivales en verano es suuuuuuuuuper normal entre adolescenets y gente joven en Flandes (pese a la lluvia); hay una emisora de radio que promociona los no sé cuántos festivales que se organizan cada verano durante tres meses y, bueno, tener 26 años y no haber ido nunca a ninguno era casi increíble para algunos flamencos. Lo que son als diferencias culturales, oyes.

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