lunes, 8 de febrero de 2010

Los olores

Es curioso cómo no sólo las personas, sino también las casas tienen su propio, particular e intransferible olor. Ni bueno ni malo (la verdad es que no recuerdo ninguna casa a la que haya entrado en la que oliera mal, a diferencia, aquí sí, de algunas -muchas- personas), simplemente, suyo.
Me había fijado ya antes en esto, pero nunca con la idea de escribir sobre ello después. hasta que el sábado por la tarde pasamos un momento por casa de los padres de Mathias. Estaban de viaje, y la casa llevaba vacía más de una semana, de modo que no olía a gente, ni a comida, ni a ambientador ni a producto de limpieza. No. Olía a "casa de los padres de Mathias". Y es curioso, porque es un olor perfectamente reconocible que se pega a la ropa. Lo digo porque, cuando Mathias pasa por ahí unas horas y llega luego a casa, él huele a "casa de los padres de Mathias". Es curioso, y es verdad y, ahora que intento recordar olores mientras escribo esto, me vienen a la memoria los olres de casa de amigos y familiares, cada uno particular y, como decía al principio, intransferible.
El caso es que no puedo determinar cómo huele nuestra casa. Es el único olor que no puedo condensar en mi mente, reconocer, clasificar. Qué cosas. Cuando nazca el bebé seguro que olerá a bebé (me encanta!!!!!!!) pero...y ahora, a qué huele?

1 comentario:

Rebeca dijo...

Me siento totalmente identificada con tu reflexión, ¡y a mí también me pasa lo mismo con el olor de mi casa! ¡no lo huelo! Creo que es porque estoy demasiado acostumbrada: el olor de mi casa es "mi olor". Lo gracioso es que sé que después de haber pasado laaaargas temporadas fuera de casa de mis padres, al volver sí que era capaz de reconocer un aroma particular, pero aunque recuerdo haberlo sentido, sigo sin ser capaz de definirlo o identificarlo. Curioso, ¿no?