jueves, 5 de febrero de 2009

Ir al cine sola

Es algo que sólo he hecho un par de veces en mi vida, aunque de siempre me han fascinado las personas que veía que iban al cine solas, o los personajes de novela o película con la misma costumbre o, en caso de no ser hábito, momento de lucidez e independencia.
Mi motivo era mucho más prosaico: tenía una entrada gratis para el Kinepolis, la última de unas cuantas que nos tocaron en un concurso de la radio (creo que ya he escrito sobre esto) y ayer era el último día de validez. Además, Mathias iba a una conferencia y, de mis amigas, una está en Valencia, otra no podía quedar y una tercera acaba de tene run hijo, así que lo del cine, pues como que no.
Total que, por no perder la entrada y, tras haber estado trabajando toda la tarde, Mathias me convenció para que la aprovechara. Así que me fui a ver "The strange case of benjamin Button", la única que merecía la pena en el Kinepolis, que es donde nos habían tocado las susodichas. Si no de qué voy a ir yo al Kinepolis, con los 8.70 eurazos que cesta, vaya robo...
No sentí nada especial, ni negativo ni positivo. Había más gente como yo, sola, auqnue la mayoría iba, lógicamente, acompañada. Simplemente disfruté de la película, mucho, y lo único que eché de menos fue comentarla inmediatamente después con alguien, pero nada más.
Quizá alguien se fijó en que yo estaba sola en el cine, y quizá ese alguien elucubró sobre los motivos que me habían llevado a ello, y quizá ese alguien sintió lástima por mí o una pequeña admiración por ir sola al cine, quién sabe. Yo, simplemente, disfruté de la película.

1 comentario:

El impertinente dijo...

Quizás alguien dijo ¿qué hará esa rubia sola en el cine? Y no se atrevió a acercarse a tí, por miedo, por timidez, por cobardía.