lunes, 9 de enero de 2012

Equipación para corregir exámenes

Café.
Chandal (o chundal para mi hermano) del marido, bien grande, con el que poder jugar a quitarme y ponerme la capucha, en clara alternancia con hacer y deshacer cada rizo de mi pelo: me ayuda a concentrarme.
Mmmm, plátano, que tiene mucho fósforo o potasio o no sé qué que ayuda al cerebro a ser más cerebro en época de exámenes, o algo.
Mini paseo una vez por hora: al baño, a la nevera, a por agua, para poner el último boletín de notivias en la radio, a hacer café.
Más café: por si no lo había dicho, me he despertado a las 6:30 de la mañana, no por amor a las correcciones, sino porque Clarita tenía hambre. Y, desde las 7:30, corrigiendo.
Zapatillas de estar en casa, gafotas, papeles, libros y carpetas en posición de ataque.
Otra mini pausa para subir al despacho (corrijo en la mesa del salón, que si no no me cabe todo) a por la gramática de la RAE, que se me ha olvidado.
Mmmm, emails, ¡claro!
Salvo otras obligaciones ineludibles (ir a por los niños a la guardería, comprar comida, cocinar, comer, ver "Pocoyo" o llevar a Tobias al médico) este es, esencialmente, mi plan para la próxima semana. ¿A que mola? Lo he llamado terapia de choque contra la morriña post navideña en Madrid.
Espero que funcione y, sobre todo, terminar a tiempo las correcciones.

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