jueves, 9 de septiembre de 2010

Reflexión

Leyendo el otro día la última entrada que había escrito, me comentó Mathias (no sin razón) que, de algún modo, siempre aparecen los mismos temas, las mismas obsesiones, miedos, palabras, en mi blog.
Me ha dado mucho que pensar. Primero, sé que es cierto, y que es algo bastante común a mucha gente. No puedo evitar recurrir a lo que me interesa. A lo que me obsesiona. A lo que ocupa mi tiempo, mi mente, mi alma, mi imaginación.
Escribo sobre lo que me asusta, lo que leo, lo que pienso, lo que me gustaría hacer, sentir o ser.

Por otra parte, si me repito creo que es señal de que no soy muy creativa, o no tanto como me gustaría serlo. También, es señal de que fracaso un poquito cada vez en el intento de poner por escrito lo que me pasa por la cabeza. Es un rumor constante, continuo. Mi mente no descansa, nunca, da igual cómo o con quién esté, sola, por la calle, con Tobias, con amigos, trabajando, leyendo, escuchando música, en la ducha, cocinando, junto a Mathias, viendo una película. Durmiendo.

Me entristece y me frustra mucho que se pierda casi todo ese torrente de palabras, de pensamientos. Cuando salen en forma de escritura, no parecen tan claros, tan redondos, tan rotundos como son en mi cabeza.

Ay, las palabras. Creía que reflejaban lo que guarda Lydia dentro pero, realmente, me traicionan. Son insuficientes y al final, el resultado, se ha convertido en algo un poco repetitivo.
Algo para la reflexión.

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