miércoles, 6 de mayo de 2009

Devoradora

De libros, qué os pensábais. "Abril rojo", del peruano Santiago Rocangiolo, que me leí en 4 días. y ahora estoy con "Cuatro amigos", de David Trueba, que mola mucho, de verdad. Lo empecé antesdeayer y hoy cae fijo. Tenía tantas ganas de volver a leer en español, y de que fuerna libros que engancharan, además de ser buenos, que me he dejado absorber al máximo por ellos. Por eso no he escrito los últimos días, porque cada minuto libre (y con las clases en la facultad y la búsqueda de casa no son tantos, sinceramente) lo he dedicado a leer, a beberme los libros, mejor dicho.
Ambos los recomiendo vivamente, y ambos son facilísimos de encontrar: el primero publicado en Alfaguara y el segundo en Anagrama, así que son ediciones más que encontrables.
De Rocangliolo dicen que es el heredero de Vargas LLosa en el sentido del gran novelista peruano de ahora, no por compartir temática ni estilo, ni mucho menos. Un libro muy duro, hasta provocar náuseas en alguna ocasión, algo que no me había ocurrido hasta ahora con ningún otro.
"Cuatro amigos", por el contrario, está siendo un bálsamo, aunque un poco (bastante) agridulce, lo reconozco.
Esta fiebre lectora me ha recordado a mis tiempos de facultad, cuando tenía (y lo hacía, de verdad) que leer 3-4 libros por semana. El resto de las obligaciones parecen paréntesis en la lectura, y no al revés. Una sensación muy cercana a la de flotar en la realidad...
Además, no sé si por la primavera, las hormonas o la búsqueda de casa, duermo poco y mal estas últimas noches, de modo que la sensación de estar flotando es hasta física. Pero creo que no me importa tanto, por unos días es agradable ir más despacio, menos acelerada, con más tiempo para mirar a mi alrededor.
Lo que puede llegar a provocar un libro.
Por cierto, en el libro de Trueba, escrito por un hombre y con cuatro protagonistas masculinos, uno de ellos dice que el jazz es una música para hombres, que las mujeres, aunque nos esforzamos, no lo llegamos a entender ni sentir hasta la raíz, demasiado poco estructurado, demasiados puntos altos y bajos, soledades-solos, improvisación. Obviamente es una reflexión del mismo trueba en boca de uno de los personajes (que se llama Solo, por cierto, bueno, es su apodo), y podría pasar desapercibida o ser considerada una chorrada. Pero le doy vueltas y creo que es verdad. No conozco a ninguna mujer super interesada en el jazz sino que, como a mí, nos gusta como de fondo, para un rato, para leer, escribir, pensar, cocinar, como banda sonora de una peli. Y varios hombres que sí saben mucho de ello y les apasiona. Además, varios escritores que incluyen el jazz en sus novelas, pero ninguna escritora. Qué curioso, no?

No hay comentarios: