viernes, 4 de marzo de 2011

Casi un año

O hace ya casi un año, no sé bien cómo titular esta entrada. El caso es que se acerca la fecha de tu cumpleaños, Tobias, tu primer cumple. Sí, claro, claro que te estamos preparando una fiestecilla, en casa de oma, que donde vivimos ahora no cabe toda la gente (amigos nuestros) a la que hemos invitado.
Aún faltan unos días, pero anoche te despertaste (otra vez) a las 5.30 y, después de darte el biberón y cambiarte el pañal, te volviste a dormir, pero yo no podía. Así que se me fue la cabeza y empecé a divagar, como me ocurre siempre que no me puedo dormir, mientras os escuchaba respirar profundamente dormidos a tu padre y a ti. Cabrones, pero lo digo con cariño. O desde el cariño, como dicen los políticos españoles de ahora, qué coraje me da, ignorantes. Bueno, que me voy por las ramas, ¿ves?
En este año ha pasado de todo, nos ha pasado de todo. En el mundo, más aún, pero no puedo irme por ahí, que entonces sí que no voy a terminar jamás esta entrada y tú, si algún día la lees (¿seguirá existiendo internet cuando tú sepas leer? ¿seguirá existiendo mi blog, seguiré escribiendo yo?), te vas a aburrir con tanta divagación.
A lo que iba.

Pienso en tu abuelo Roland, que se murió hace ya tres meses. Y se me vienen las lágrimas a los ojos, y pienso en que le prometí a tu padre que te hablaríamos mucho de él para que su recuerdo permanezca en ti, en nosotros, que siga vivo de alguna manera. No lo sabes, pero él fue la primera persona con quien sonreíste, con tan solo seis semanas de vida. Tengo un par de fotos de ese momento, que yo me perdí. Pero ahí están, las hizo oma Rita, para cuando quieras verlas. Y no es casualidad, no puede serlo, que tu cumpleaños coincida con el suyo siendo como era, además, tu padrino. No lo olvides nunca.
Claro, si te cuento esto todo lo demás que pueda contarte parece insignificante y pequeño en comparación, relativo. Pero no lo es, no para nosotros. Porque la vida sigue, qué gran verdad.
Vuelvo a sentir la primavera acercándose, en los días cada vez un poco más largos, cuando oigo a a algunos pájaros piar por la mañana. Qué curioso, hace no tanto tiempo los oía a veces cuando volvíamos a casa después de una noche por ahí, y ahora los oigo también levantada, pero por motivos bien distintos: biberón, pañal, quiero jugar que ya he dormido bastante. Cómo cambia todo. Recuerdo mientras escribo que, hace un año, aún tardó unas semanas en llegar, e hizo frío hasta bien entrado abril, pero de repente explotó, y yo sentí que eras tú el que me la había traído. Quiero pensar que será así cada año, que en torno a tu cumpleaños sentiré que eres tú el que me trae la primavera, que tanto necesito, año tras año. Si es que eres un milagro...

Pero aún hay más.

Tu padre y yo hemos cambiado de trabajo, y estamos mucho más felices en ese aspecto. Creo que hemos conseguido mantenernos y ser Mathias y Lydia, además de papá y mamá. Y, al menos yo -no puedo hablar por tu padre- quiero progresar y mejorar y cambiar cada día, y ser una mujer completa y con una vida lo más rica posible para que puedas sentirte orgulloso de tu madre. Bueno, y por mí mimsa también, me parece muy importante seguir siendo yo misma, ¿sabes?

La casa que compramos hace año y medio, bueno, ahí sigue. Peleamos contra el tiempo (y a veces entre nosotros dos) por hacer de ella uno de nuestros sueños, un lugar guay para ti y para tu hermana. Uy, es verdad, que no te lo había dicho!!!Bueno, en persona sí, claro, pero eres un renacuajo y aún no te enteras: por si fueran pocos los proyectos que tenemos entre manos, y los planes, y toooodo lo que nos ha sucedido este año, pensamos que deberías tener pronto un hermano/a y, voilá!, deseo concedido. ¡Felices como nadie! Me muero de curiosidad por ver cómo reaccionas cuando la conozcas, cómo será el verano con vosotros dos, la nueva-renovada vida que me espera. Y a ti, hermano mayor sin apenas darte cuenta, ¿no te hace ilusión?
Total, la casa. Avanza, sí, pero no te niego que muchos días me preocupa y, a veces, hasta me desvela. Va a ser preciosa, ya verás, y con mogollón de espacio para jugar, y un patio para que nos dé el solete cuando lo haga (aunque no serán muchos días, me temo, ya sabes, Bélgica...), y todas estas preocupaciones se quedarán en un recuerdo. Para ti ni eso, qué suerte tienes.
Preocupaciones, sí. Como la semana que has pasado en el hospital recientemente, un poco enfermillo, o "cosas de mayores", como yo digo, con las que no hace falta que te dé la brasa. Son de mayores, al fin y al cabo.
Cosas de pequeños: ¡tienes una prima, por cierto! Maribel, lindísima, pequeñita y tranquilota. Ahora no la ves mucho, pero espero que, cuando sea sun poco mayor, puedas pasar largas temporadas en casa de tus abuelos, o en Tanes, disfrutando de un sol de verdad ;-), de tu familia española, de la piscina y de ser un medio guiri rubio con ojazos azules que se las lleve a todas de calle. Olé.
Vale, eso para cuando seas mayor. De momento vamos a centranos en que dejes de ser un vaguete y te animes a ponerte más de pie, que lo de gatear y sentarte tú solito ya está dominado. Cuando nazca tu hermana (sólo faltan tres meses, así que habrá que espabilarse) no te va a quedar más remedio que andar ya, chato, que ya no eres tan bebé...
Y qué penita me da, pensar que YA ha pasado un año, que eres un "peuter", como dicen aquí, un paso intermedio entre bebé y niño. Mi niño, mi niño pequeño, que desde hace sólo unos días sabe dar (y pide) abrazos, y se ríe a carcajadas, y mete las manos en la comida y en los enchufes y madruga más que las gallinas. Y sigue siendo la estrella de la guardería, je,je. Me hincho de orgullo, a quién se lo voy a negar.
Grosso modo, el primer año a tu lado. Fiesta del día 20, domingo; aquí no es con sandwiches de nocilla ni ganchitos, pero se parece mucho. Y vamos a poner globos y a soplar tu primera vela por ti y a cantar "Cumpleaños feliz" en dos idiomas. Y, excepcionalmente, colgaré aquí alguna foto, no vaya a ser que, cuando seas mayor, internet siga existiendo y te guste leer mi blog y me pidas ver fotos de tu primer cumpleaños.

No me enrollo más, pese a que hay mil cosas más que pienso y siento en este justo instante, cosas de las que te quiero hablar, sentimientos, recuerdos, anécdotas.

No sabes cuánto eres, cuánto vales, Tobias.
Eres mi niño, mi pequeño Rambo, mi milagro.
Desde lo más profundo de aquí dentro, te quiero.


1 comentario:

Begoña dijo...

Qué envidia. Y que suerte que todas esas "cosas de mayores" y esas discusiones por la casa (si yo te contara...)dejen de importar ante la sonrisa de ese "playboy" de ojazos azules.
Mil besos para los tres.

Pd. Y sí, todos seguimos completamente vivos y presentes, mientras se nos recuerda.