martes, 13 de mayo de 2008

Verano en mayo

Por increíble que parezca, de pronto Bélgica parece Italia, o España, hasta Marruecos en alguna esquina en la que se acumulan los desperdicios o en calles como la mía, donde los vecinos sacan su silla al caer la tarde para sentarse y conversar con todo aquel que se anime también a sacar a la calle su silla y sus ganas de conversar.
Y no sólo aquí, en Gante: Bruselas nos soprendió gratamente con un concierto (¡Balkan Beat Box!) en un jardín botánico lleno de gente mucho más relajada y más abierta de lo normal. El sol y el calor están haciendo maravillas en esta tierra.
Una ve mientras tanto las noticias y se pregunta por qué extraña razón hemos tenido la buena suerte de nacer y vivir donde ahora lo hacemos, en un país al que no sacuden terremotos ni ciclones. Y se me quitan las ganas de regocijarme en este sol y más aún de quejarme de la sobredosis de trabajo que supone siempre el final de curso. Pero soy humana, y no puedo evitar sentirme feliz por seguir viva bajo este sol que me llena de energía, de ganas de trabajar, y leer, y seguir descubriendo este pequeño mundo belga.

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