jueves, 20 de mayo de 2010

Un niño privilegiado

Sé que suena a tópico, pero no por ello es menos cierto. Hoy te han puesto tus primeras vacunas, y se me ha partido el corazón el ver que te dolía el pinchazo y que yo, tu madre, no podía hacer nada por evitarte ese dolor. Más doloroso aún ha sido darme cuenta de que, en el futuro, no podré ahorrarte muchas situaciones desagradables o de sufrimiento, por mucho que me rebele contra ello. Así es la vida, y ahora entiendo plenamente el padecer de las madres por sus hijos, algo que, hasta ahora, me creía casi como acto de fe, pero nunca había llegado a comprender. Haría cualquier cosa para no verte nunca sufrir, mi pequeño Tobias.

Al mismo tiempo, como decía en el título, me he dado cuenta una vez más de que el tópico es cierto. Miles (millones?) de niños en el mundo sufren infinitamente más que tú precisamente por no poder recibir esas vacunas que te han puesto hoy a ti y que te han hecho llorar. Muchos de ellos, demasiados, mueren como consecuencia de no poder vacunarse.
Créeme que eres, que somos, unos privilegiados, unos afortunados, por nacer donde hemos nacido.
Siempre cuidaré de ti, y procuraré que nunca te falta de nada y, como te he dicho, que nunca sufras sin necesidad. Pero nunca, hijo mío, nunca olvides la suerte que tienes.

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