Hoy, 21 de mayo, se cumple un año de la mudanza a nuestra casita. Hacía un día precioso, mucho más caluroso y soleado que hoy.
Mucha gente se muda todos los días en todas partes del planeta, y no creo que toda la gente que lo hace lo marque en el calendario como yo, como un día señalado. Pero es que para mí supuso el fin de una etapa y el comienzo de otra, a pocos días del nacimiento de Clara (hice la mudanza embarazadísima, y con una energía para vaciar cajas y poner todo en su sitio de la que todavía hoy me maravillo, de verdad que no sé ni cómo fui capaz) y después de meses de mucho trabajo invertido en la casa.
Hoy la casa es mi hogar, nuestro hogar, y se ha convertido en mi nuevo hobby. De verdad, a medida que Clara y Tobias pasan más ratitos entretenidos jugando juntos, nosotros podemos centrarnos en nuestros arreglos, chapuzas y trabajillos caseros.
Ahora me ha dado por las plantas: un semillero en el tejado, flores en el alféizar de la ventana que da a la calle, una parra plantada en la fachada. Y seguirá, seguro, porque aún me queda todo el patio (yupiii).
Lo bueno de este hobby es que me va a dar para muchos años. Porque cuando termine con las plantas me estará esperando la pintura, las luces de nuestra habitación y del baño, la habitación de los niños, puertas nuevas, el patio, el sótano, una cocina decente. Una carrera de fondo, vamos.
Otra ventaja: con la que está cayendo ahí fuera, trabajar en la casa es como una especia de refugio, de asegurarse que, pase lo que pase, será nuestra, de Mathias y Tobias y Clara y mía. A veces leo en reportajes o entrevistas a escritores y artistas que la casa de fulanito o menganita era como un centro de encuentro, de reunión y juegos e inspiración, en la que sus anfitriones eran hospitalarios y generosos. Pues bien, ese es mi sueño con nuestra casita, ambicioso, lo sé. Que las puertas estén siempre abiertas para todo aquel que quiera, para nuestros amigos y familia y amigos de nuestros hijos, organizar tardes de juegos, cenas, desayunos, cafeses, fiestas, cervezas, copichuelas.
Como para cualquiera de mis hobbys (escribir, leer, nadar, bailar, recientemente el yoga, ver pelis y series) hay que sacar tiempo de donde no lo hay pero, al final, se saca. Y el resultado será, nada más y nada menos, un hogar, ahí es nada.
2 comentarios:
Entonces, ¿ya es oficial? ¿Estás en la parra?
Chorradas aparte, espero que ese rincón del mundo se convierta en ese refugio que deseas. ¡Por muchas reuniones de todo tipo!
Es oficial, I'm in the parr ;-)
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