Y vaya leche me he dado.
He pasado toda la semana recluída en mis mundos de Yupi, corrigiendo trabajos de estudiantes de primero de carrera. Y tan pichi, oyes, aislada del mundo, poniendo notas a cascoporro y tratando de asimilar que estamos entrando en una nueva era glaciar, y que lo del calentamiento global lo están sufriendo otros, que yo estoy muerta de frío.
Total, que por fin, hoy puedo salir de mi aislamiento mediático. Pa' qué, me preguntó yo. Si es que se me han puesto los pelos como escarpias.
Primero con las imágenes del asesinato de Londres. Por Dios, qué huevos los de la persona que grabó al tío machete en mano y ensangrentado. Será que soy una cagueta o que, simplemente, tengo instinto de supervivencia, pero yo no habría sido capaz de pararme a ver qué ha pasado si veo a un tío así por la calle, menos aún a preguntarle qué ha hecho y pedirle que pose para las cámaras. En serio, ¿nadie se ha planteado esto?
Pero es que no es lo único que esta semanita me ha deparado (a todos, perdón): me he quedado ojiplática con la entrevista a Graznarín, "amenanzando" que vuelve a la política. Más, quiero decir. Yo venía muy nostálgica de España, de los bares, de mi gente de allí, pero como esto se haga realidad ni de coña vuelvo, lo que ya le faltaba a nuestro ya de por sí maltrecho país.
Casi que es mejor vivir en la ignorancia, de verdad. A ver si por casualidad no me queda algún trabajo que corregir y así tener excusa para meter la cabeza en la arena, como las avestruces.
Menos mal que es viernes y hoy tocaba Aló, comidista en El País, dosis de ironía y humor cañero, que si no los fantasmas y los monstruos nos vencen. Si no lo conocéis, pinchad en el enlace, es muy, muy grande ( y adictivo, je,je).
No hay comentarios:
Publicar un comentario