Esta mañana he oído en la radio el mensaje que había enviado uno de los oyentes en el que decía que qué gusto de puente, que tendría que haber más a menudo, uno cada semana,a ser posible. Ya, vaya un lumbreras, eso lo pensamos todos. Pero no lo decía porque el tipo estuviera de puente, sino porque iba camino al trabajo y daba gusto lo tranquila que estaba la carretera, que no había tráfico y todo funcionaba perfectamente, sin complicaciones, todo lo contrario que un lunes normal.
Joé, he pensado yo en ese momento, pues yo me cambiaría ahora mismo por cualquiera que no tuviera que ir a trabajar.
Pero he cambiado de opinión según pasaba la mañana y podía comprobar que no tenía que correr para coger sitio en el tren, ¡que hasta sobraban asientos!, que la gente iba como mucho más relajada, que había menos tráfico y casi nadie en la facultad, que hay más silencio y, de verdad, se trabaja mejor.
Sé que es rizar el rizo, pero hasta ha salido el sol (y dicen que sólo por unas horas, que esta tarde vuelve a llover, este año la primavera no llega), y tengo mucha energía para trabajar y resolver miles de pequeñas cosas que nunca puedo terminar, porque otros están de puente y, como casi no hay emails ni llamadas ni citas ni reuniones, se puede trabajar de verdad. Hoy, disfruto trabajando.
Le doy una vuelta más al asunto-rizo, y me doy cuenta de que de verdad vivimos de manera demasiado atropellada, siempre deprisa, siempre tratando de ser eficientes y productivos y llegar a todo, de la agresividad a la que conduce este ritmo de vida (lo vemos en el tráfico, en el tren, en la manera de andar de la gente...). Es algo que me preocupa últimamente bastante, y este mismo fin de semana hemos jugado Mathias y yo a qué haríamos si no tuviéramos que vivir así. Y la respuesta es, en resumen, que viviríamos de verdad, nos cuidaríamos el uno al otro, cuidaríamos de los niños, viajaríamos, compraríamos y leeríamos más libros, haríamos más deporte, visitaríamos exposiciones, iríamos al teatro y al cine, enseñaríamos todo lo que sabemos a nuestros hijos, jugaríamos más, nos dedicaríamos a nuestras respectivas aficiones, pasaríamos más tiempo con amigos o temporadas largas en otros países, con gente nueva, ayudaríamos a otros que lo necesitan, la lista es casi interminable.
¿Qué harías si no tuvieras que vivir como vivimos ahora, a qué dedicarías tu tiempo, tu vida?